Como
personas del mundo sanitario, en su más amplia interpretación, a menudo,
asistimos a múltiples congresos, simposios, reuniones y otros eventos para
recibir o impartir “formación”. En primer lugar, hemos de entender “formación”
en el sentido más amplio de la palabra y no únicamente como cursos
estructurados y pautados. La formación va desde el aula más formal hasta el
networking generado en una pausa-café. Me voy a centrar en algo tan conocido como los Congresos/Simposios.
Escolástica (Miniatura. s. XIV) |
Hablemos de
la situación actual. La multitud de actos (de muy diversa índole) impulsados
por organizaciones, empresas, personas particulares, fundaciones etc. es cada
vez mayor. Cada evento tiene sus propias características, sus ponentes, sus
participantes, sus patrocinadores…etc.
La cantidad
de actividades y la complejidad de estas, es ingente. Mires él campo que mires,
estas actividades están por todas partes. Estamos, en mi opinión, colmados de
formación.
¿Pero
realmente estamos hartos de formación o únicamente de la “mala formación”?
Profundicemos
un poco. En general los actos más comunes y grandes, suelen ser congresos y
simposios. En estos, encontramos una y otra vez a los mismos participantes y
los mismos organizadores. En un par de meses, los organizadores pasarán a ser
invitados y los invitados organizadores en un ciclo sin fin (una especie de
endogamia científica generalizada)
Aunque actualmente
la medicina moderna avanza a marchas forzadas es físicamente imposible que de
un mes al siguiente existan novedades sustanciales para comunicar o formar a
tus colegas. Aun así, se siguen generando más y más espacios. Por supuesto,
generalmente, pagados por la industria,
que se convierte en una especie de banca particular de los llamados “KOLs”
Antiguamente,
los congresos/simposios eran muy útiles para renovar el conocimiento en muchos
campos médicos. La inexistencia de canales de comunicación digitales hacía muy difícil
la difusión de información de los grandes expertos hacia los clínicos. Para
solventar esto, se generaban espacios de encuentro e intercambio de
experiencias.
Hoy en día,
la era digital nos rodea y cualquier persona puede saber desde quien era la
cuñada de Isabel II hasta que pauta de administración tiene un tratamiento
psiquiátrico.
¿Es pues
necesaria la formación presencial?
Si, lo es,
aunque no en el formato actual. Pensemos que la facilidad de acceso de la
información, por múltiples canales, ha hecho innecesario muchos de los
simposios y congresos que antaño eran muy útiles para el intercambio de
información. Además, no hemos de olvidar, que el origen de muchos de ellos tenía
una finalidad legítima pero que han ido derivando en cortijos personales
pagados por la industria sin más sentido aparente que la promoción de productos
y las aportaciones económicas a grupos específicos de profesionales.
Así pues, en
mi opinión, hemos de alejarnos de estas performances de Teletienda que, en
muchos casos, no aportan nada. Hemos de abrir la perspectiva y generar espacios
nuevos que podrían apoyarse en las redes sociales como fuente de networking e
intercambio de conocimientos.
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