lunes, 2 de diciembre de 2013

Memento Mori

A pesar de la complejidad del tema que estamos tratando, me he animado a escribir unas breves líneas sobre la propuesta de Carnavalsalud relativa al "derecho a bien morir". No es mi intención relatar las clasificaciones o las disposiciones legales que intentan regular el inevitable fin al que todos llegaremos. Quiero por otro lado, dejar una opinión quizás más filosófica de lo que supone el fin de nuestra existencia y sobre todo de como ese fin llega.

En muchas ocasiones el ser humano relega al olvido todo aquello que le produce miedo e inquietud. Ese olvido, ese intento de relegar temas que a todos afectan pero que queremos aplazar lo más posible, ha provocado la invisibilidad de una consecuencia capital de la vida, la muerte. 

No es de extrañar que en la sociedad actual hayamos apartado a un segundo plano el tema de la muerte, la evolución humana del último siglo ha provocado que nuestra esperanza de vida aumente significativamente. Además en la mayoría de los casos vivimos mejor, por lo que podemos llegar a edades avanzadas sin necesidad de preocuparnos excesivamente de la Parca. No obstante esta, al igual que la espada de Damocles, pende sobre nuestras cabezas desde el momento en que llegamos a este mundo. En el fondo sabemos que algún día ese momento que queremos olvidar llegará aunque siempre esperamos que este sea de aquí muchos años por lo que nos desentendemos rápidamente.


Durante nuestra vida la sociedad nos inculca una serie de valores morales. Valores tales como la valentía, la sinceridad, el amor etc. Todos ellos están impregnados de una esencia básica que es la dignidad. A lo largo de la historia, al igual que la muerte, la palabra dignidad ha ido evolucionando. Desde la “dignitas” romana, pasando por el s.XIX con un concepto de honor, hasta nuestros días, la dignidad ha evolucionado al son de la moralidad y la ética humana. Aun así, en nuestra mente la dignidad adquiere una forma concreta, muchas veces variable según las personas pero con un alto valor simbólico. Todos queremos ser dignos, vivir con dignidad y que se nos reconozca esta a lo largo de nuestra existencia. Pero, ¿queremos morir dignamente?

La disociación de la sociedad actual entre su día a día y la muerte es tal, que esta se ha transformado en un tema tabú, nadie habla de ello, poca gente se plantea su propia muerte y por ende su propia existencia. Esta amnesia colectiva sumada a una creencia social mayoritaria en la que todos sobrevivimos o nos curamos gracias a la medicina, ha provocado que no nos planteemos la dignidad al final de nuestra vida hasta que el final está ya muy cerca o es del todo inesperado. No podemos pretender vivir dignamente si no nos planteamos morir dignamente. Obviamente esto es totalmente diferente según la persona, familia e incluso sociedad que esté considerando la dignidad de la muerte. Aún así existe un consenso básico sobre esto y es, la llegada al fin sin sufrimiento. 


En lo relativo a la muerte todo el mundo tiene un amplio consenso con que el ideal, es que esta suponga el mínimo sufrimiento a la persona. La minimización de ese sufrimiento viene muy ligada a la dignidad con la que queremos finalizar nuestra existencia y evidentemente es relativa a las diferentes situaciones en las que acabaremos o queremos acabar. La elección de nuestra forma de llegar ante la muerte es lo que el ser humano puede y debe elegir para poder ser digno de su propia existencia.

Pensemos que todos acabaremos de la misma forma por lo que tengamos presente como queremos hacerlo. Decidamos, decidamos de forma individual, de forma clara y fría como queremos enfrentarnos a nuestro último paso y sobre todo, de qué forma queremos hacerlo.